Un titulo como este puede hacer que uno imagine distintas posibilidades: un diccionario, una novela organizada en orden alfabético… No pensé que alguien pudiera enloquecer a causa de las palabras.
La primera parte de la historia narra la aventura en dos vidas paralelas de un adolescente durante una enfermedad que duró varios días. Si no se tiene cuidado es posible desquiciarse en esta primera etapa. Sin embargo, es interesante imaginar un mundo donde falta la r, por ejemplo, donde las personas pueden comerse las palabras o donde los sonidos tienen sabores.
La segunda parte es este joven convertido en adulto aun marcado por la secuela de la aventura vivida en la adolescencia. Su padre está enfermo y por esas cosas de la vida él decide crearse una vida imaginaria.
El autor hace una excelente labor en ambas partes por mostrar, en la primera, una locura naciente y feroz, y en la segunda, un estado al que el enfermo ya se ha acostumbrado y trata de llevar la vida lo mejor que puede. La primera parte me hizo recordar las novelas de José Saramago con sus situaciones ficticias.
Algunas frases que me gustaron o me llamaron la atencion:
“Estaba, en fin, contemplando la realidad cotidiana con la extrañeza de lo nuevo, como cuando entras en una casa desconocida en la que cada habitación constituye un sobresalto…”
“El verbo tenía una textura fibrosa y un sabor concentrado.”
“El adjetivo, pese a su aparatosidad, me pareció algo insípido, aunque al morderlo producía un ruido excitante como una lágrima de caramelo.”
“El sustantivo era sin duda alguna el rey. Te llenaba la boca con su olor ya antes de empezar a masticarlo y al romperse por la presión de los dientes liberaba más jugos de los que parecía contener.”
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